¡Hola!
Ha pasado tanto tiempo que casi ya no sé ni cómo se escribe una entrada de un blog, pero lo voy a intentar, así que no me lo tengas muy en cuenta si lo hago regulinchi.
La entrada de hoy es de las más personales que encontrarás en el blog (de hecho, es la primera en la que hablo de mi experiencia real) y espero que te sirva al menos un poquito a la hora de escribir porque hoy… Te comparto el recurso definitivo para escribir bien.
Así que coge papel y boli, tablet o documento de Word y toma notas, porque empezamos.
(Advertencia previa, una vez más, de que todo esto es mi experiencia personal, así que tómalo como tal, jejeje).
ANTECEDENTES
Escribir esta entrada en el blog surgió a raíz de la publicación de mi última novela, Somos píxeles. Y es que, por si no lo sabes, fue una especie de encargo editorial. Cuando me surgió la oportunidad de publicarla, esta historia tan solo era un germen de lo que ha acabado siendo, así que lo único que yo tenía a la hora de firmar el contrato era una propuesta editorial muy superficial y plana, sin argumento extenso ni nada y que, luego, me he comido con papas, porque la novela solo mantiene el nombre de los personajes, jajaja.
¿Por qué te explico todo esto? Porque Somos píxeles es la primera novela (en solitario) que he escrito bien. La única de la que estoy cien por cien orgullosa, sin cambiarle ni una sola coma o palabra, sin lamentarme, en retrospectiva, por qué podría haber hecho por mejorar la historia. Porque esta novela es perfecta tal y como está y no la cambiaría por nada del mundo.
Con la bilogía Eslabón sufrí mucho estrés durante la escritura, presión conmigo misma por hacerlo mejor y quebraderos de cabeza por cerrar una trama en la que ni yo misma confiaba porque tenía más síndrome de impostor que sangre en las venas. Es por eso que a esta bilogía, además de por ser la primera, le saco fallos constantemente y creo que podría haber sido muchísimo mejor de lo que acabó siendo dado el momento en el que la escribí. Pero ese es otro tema del que, si te interesa, te hablaré más adelante. (No me preguntes cuándo porque la constancia, en este blog, brilla por su ausencia).
Entonces, ¿cuál fue la clave para el éxito (a nivel personal) de Somos píxeles?
LA PANACEA DE ORO
Esta clave seguro que ya la has leído un millón de veces y siempre que lo haces pones los ojos en blanco, así que aquí vengo yo para hacer que hagas ese gesto una vez más: la clave es escribir para ti.
De primeras seguro que piensas que esto es contradictorio, porque Somos píxeles fue una especie de encargo editorial que tuve que escribir en dos meses y eso supone escribir para otros (en última instancia) y con la presión del tiempo. Pero de verdad que fue así.
Al publicar en un sello editorial grande y que solo salía en digital, esta novela me la planteé de tal forma que antes de empezar a escribir, antes de pensar siquiera en los personajes propiamente dichos, yo sabía que esta novela iba a ser solo para mí. Luego resultó que, aparte de mía, también es de mi familia y mis amigas porque les flipó. Pero la clave de que a todo mi círculo le haya gustado está, entre otros aspectos técnicos, en que se nota que está escrita sin grandes pretensiones (sin que esto signifique que sea una porquería de novela, entiéndeme). Me explico.
Somos píxeles tenía casa incluso antes de nacer, así que me pude olvidar de las presiones consecuentes de encontrarle una editorial, de que la publiquen, de si gusta o no gusta y un largo etcéteras de incertidumbres que me invadían con cualquier cosa que me pusiese a escribir antes de esta novela.
Constantemente escuchamos que tenemos que escribir para nosotras mismas, y yo, como editora, también había dado ese consejo antes sin haber llegado a ese punto. Y creo que es de esas experiencias que, hasta que no las vives, realmente no sabes lo que de verdad implican.
En Somos píxeles di rienda suelta a mi capacidad creativa sin importarme si gustaría a lectores potenciales o no, hice con la historia lo que me dio la gana, escribí lo que me pedía el cuerpo y me olvidé de absolutamente todo y más. Y aun habiendo tenido que escribirla en dos meses, que empezó siendo una novela (en mi cabeza) cortita y acabó teniendo más de 90 000 palabras, es la que más he disfrutado sin dudas por no tener la presión constante de que esto tenía que gustar sí o sí. Y no tanto porque tuviera casa ya, sino porque me daba exactamente igual que no gustara. Era lo que necesitaba escribir en ese momento y nada más. De hecho, a mis amigas siempre les decía que Somos píxeles «era mi mierda, y me da igual si a nadie le gusta porque es mía». Y acabó saliendo un novelón (a mi parecer) que no sé si podré llegar a superar en cuanto a satisfacción se refiere.
A todo esto le sumé la experiencia de que yo no me considero una persona romántica, ni mucho menos; siempre bromeo con mis amigas con que yo no tengo sentimientos y cuando les digo algo medio bonito, se guardan los mensajes y hacen pantallazos porque solo pasa una vez en la vida (verídico, podéis preguntarles). Por lo tanto, cuando empecé a escribir esta novela yo iba con la mentalidad de «esto va a ser más mierda todavía porque ni escribo romántica ni leo romántica», así que iba con menos pretensiones aún porque yo estaba convencida de que la novela iba a ser malísima ¡y me daba igual! En mi cabeza era mi truñito y me gustaba así.
Y resultó que no. Que esta novela ha gustado muchísimo a quienes la han leído (y me han contado su opinión, seguro que habrá gente a la que no le guste). Que esta novela ha removido sentimientos. Que esta novela ha dejado un mensaje necesario en la literatura romántica juvenil. Que esta novela ha enganchado a gente que odia los videojuegos. Que esta novela me ha hecho mejor escritora.
Y la clave final tan solo fue escribir por y para mí.
CONCLUSIÓN
La conclusión de todo esto es más bien sencilla.
No escribas con la incertidumbre de no saber si a los betas les gustará.
No escribas pensando que el género de la novela está pasado de moda y nadie la leerá.
No escribas con la única meta de que encaje en las editoriales (matiz en el «la única»).
No escribas intentando llegar a un listón o con la mentalidad de superar tu anterior novela.
Escribe sin expectativas.
Escribe para ti.
Escribe por ti.
Porque lo necesitas y porque lo quieres.
Porque eso, al final, hace que tu novela sea un novelón y no algo del montón.
Y después de leer esta entrada habrás puesto los ojos en blanco unas tres veces, pensarás que es más de lo mismo, lo de siempre, moralinas para infundir ánimos. Pero si me conoces lo más mínimo sabrás que yo no animo por animar, que yo no doy consejos sin saber si realmente son funcionales o no. Así que esto te lo cuento porque de verdad funciona.
Y ojalá llegue el día en que el interruptor de tu mente, ese que te convierte en tu némesis, haga clic y todo cambie, y veas todo esto con la misma mentalidad con la que la veo yo y que resulta tan extremadamente liberadora. Porque todo esto, para mí, es la clave para escribir bien de verdad.
Espero que esta entrada te sirva de ayuda algún día (si es que no hoy) y que te haya hecho reflexionar aunque sea un poquito.
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¡Muchas gracias por leerme y hasta la próxima!