Decálogo de desconfianza editorial (I)

¡Hola!

Hoy me gustaría hablarte, desde mi experiencia como editora y escritora, de consideraciones que debes tener en cuenta con respecto al sector editorial y a casi cualquier editorial antes de firmar ningún contrato. En esta entrada veremos cinco recomendaciones mías, así que sígueme en redes sociales para saber cuándo subo la segunda parte.

Es evidente que uno de los mayores sueños de (casi) cualquier escritor es publicar, y eso puede llevarlo a confiar rápidamente en editoriales que, desde fuera, parecen legales y perfectas. Sin embargo, con el surgimiento de nuevas editoriales pequeñas, hay que tener mucho cuidado con dónde mandas tu manuscrito.

En esta entrada no te voy a hablar de editoriales fraude, para eso te recomiendo que te pases por el podcast de Laura Tárraga (episodio 7, Detectar editoriales fraudes) o el vídeo de Nana Literaria (Cómo identificar una editorial pirata), ni de editoriales de coedición; hoy te voy a hablar de consideraciones que debes tener en cuenta antes de firmar con una editorial tradicional que, a simple vista, parece legal (pero que puede llevar a cabo prácticas no del todo fiables).

Una vez más, me gustaría recordarte que todo lo que aparece en esta guía es mi opinión y está basado en mi experiencia como editora y como escritora, y que mis vivencias pueden ser distintas a las tuyas.

Ahora sí, sin más dilación… ¡continuamos!

DECÁLOGO DE DESCONFIANZA

Entrar en el mercado editorial supone pasar por muchas fases y vivir muchas experiencias, pero quizás (ojalá que no) puedas encontrarte con situaciones que no son del todo agradables y que te harán desconfiar de esa editorial. Si en algún momento sientes que algo no va bien es porque probablemente sea así.

1. No te entrevistan

Cada editorial es un mundo y es cierto que este aspecto se puede llevar a cabo de distintas maneras, pero me parece algo imprescindible. Una editorial de confianza te entrevistará de alguna forma para saber un poco más de tu obra y hablar de distintos aspectos a tratar durante la publicación.

En esta «entrevista» (que puede ser por correo electrónico, llamada telefónica, videollamada, presencial…) se suele hablar de algunas de las ideas que los editores tienen con respecto a tu manuscrito, no sobre ti en particular. Sobre todo suelen ser cambios que mejorarían el libro y con los que buscarán que estés conforme para seguir adelante con la firma del contrato. Si en ese aspecto no hay conformidad por ambas partes y no se llega a un acuerdo, lo más normal es que no se siga adelante con la publicación. Por eso este paso es tan importante, porque prácticamente el 95 % de los manuscritos necesitan cambios, y si se trata este aspecto después de la firma del contrato y proponen cosas que no te gustan, probablemente te sea más complicado llegar a un acuerdo.

Siempre va a haber aspectos a tratar, y no me preocupa poner la mano en el fuego con esta afirmación. Ya sea un detalle de worldbuilding diminuto o un agujero en la trama muy grande. Siempre habrá algo a mejorar en el manuscrito. Incluso aunque sea que en la corrección tengan que meterle bastante mano porque no hayas puntuado bien los diálogos. Siempre se puede pulir tu manuscrito.

Mi experiencia como editora: en Ediciones Freya nos gusta tener entrevistas por videollamada o presenciales (aunque la de Andrea D. Morales fue por teléfono porque ya la conocíamos por la antología vikinga y queríamos anunciarle que estábamos interesados en su manuscrito en directo). Lo hacemos así porque nos gusta que las autoras nos pongan cara, que vean que hay personas detrás de la imagen de la editorial y para hablar y exponer todos los puntos relevantes del manuscrito.

2. No hablan de tu obra

En relación al punto anterior está el aspecto de que no hablen de tu obra en esa entrevista, que se limiten a hablar de ventas, de marketing y de lo que podrías hacer para promocionar tú el libro simple y llanamente. No sirve de nada que te hagan una entrevista si no se va a tratar el tema más importante: el manuscrito.

Mi experiencia como escritora: una de las editoriales que me contactó porque les interesaba una de mis novelas me hizo una entrevista por teléfono (bien) que duró 15 minutos (bien) en la que únicamente hablamos de las ventas que tendría mi libro porque «conozco a mucha gente» (mal). En ningún momento hablamos de la novela y no me mencionaron el título de la obra siquiera. Tan solo fue una charla comercial sobre mi perfil y mi red de conocidos. Y sí, era una editorial tradicional, más o menos grande y con muchas publicaciones.

3. No te proporcionan el contrato

Una vez cerrados ciertos aspectos llega la hora del contrato. Es VITAL e IMPRESCINDIBLE que el contrato te lo remitan a la mayor brevedad posible. No sirve de nada acordar de palabra que te van a publicar si de por medio no hay un contrato firmado. Repito: no sirve de nada. Yo recomiendo esperar dos meses como mucho (dependiendo también del tamaño de la editorial, porque una editorial grande quizás esté más saturada en contratos que una pequeña). Si en ese tiempo no te han enviado el contrato, dale un toque a los editores y que te lo envíen cuanto antes. Si aun así siguen sin mandarte el contrato, yo como escritora mandaría mi manuscrito a otras editoriales para ganar tiempo por si al final ese «contrato verbal» se acaba rompiendo. Lo único importante en este aspecto es el contrato en papel, las palabras se las lleva el viento.

Si es una novela autoconclusiva o una primera parte y se va a publicar dentro de un plazo de entre 12 y 18 meses (suele ser lo habitual), deben remitirte el contrato en cuanto te hayan dado el o hayáis hecho la entrevista.

Con respecto a trilogías y sagas sí es más normal que la firma de segundas, terceras o más partes se retrase, porque en los contratos suele aparecer una cláusula en la que se especifica cuánto tiempo máximo puede tardar la editorial en publicar ese manuscrito. Si, por ejemplo, la editorial publicará tu trilogía a libro por año, no podrás firmar los tres contratos el mismo día porque para la última entrega, probablemente, ya se habrá pasado el plazo máximo de publicación.

4. No son transparentes con tu contrato

Los contratos están llenos de terminología confusa y desconocida para la mayoría de escritores, así que si ese es tu caso, están en la obligación de resolverte cualquier duda que te surja. Si no es el caso, huye.

Si la explicación que te dan es parca y nada aclaratoria, vuelve a preguntar. Si siguen sin ser claros y sin interesarse por que lo entiendas, huye.

Si directamente te dicen que las dudas las puedes consultar únicamente con ellos, huye aún más rápido. Estás en tu derecho de poder consultar las dudas con cualquier persona externa a la editorial, ya sean gestores, abogados, etc. Esto viene en el sentido de que se puede dar la situación de que te traten «como a alguien de la familia» y que te digan algo como «te lo explicamos nosotros, que un profesional usará terminología elaborada y seguro que nosotros lo explicamos más claro». No te fíes ni un pelo si te insinúan que no puedes consultarlo con alguien externo.

Mi experiencia como editora: en Ediciones Freya siempre ha habido dudas con respecto a los contratos por parte de nuestras autoras, ya sea en unas cláusulas o en otras. De hecho, hubo un caso en el que la autora no terminaba de entender una cláusula y nos llamó por teléfono para que se la explicáramos. Hasta que no lo entendió todo y nos cercioramos de que todo le quedaba cristalino, no quisimos colgar, aunque ella se sentía un poco mal por «molestarnos» (que no molestaba, evidentemente).

5. No tienen condiciones razonables

Las condiciones deben ser justas y razonables en todos los sentidos. Nada de duración de contrato exageradamente larga ni de porcentajes ridículos.

De primeras prácticamente ningún autor sabe de cuánto porcentaje hablamos ni la duración media de los contratos, pero es algo en lo que hay que investigar antes de firmar nada si tu intención es publicar. Lo normal suele estar en que un contrato dure entre 2 y 5 años renovables automáticamente si ninguna de las partes indica lo contrario. En cuanto a porcentajes, lo normal suele estar entre un 6 y un 10 %, dependiendo del tipo de editorial. Las grandes editoriales suelen estar más cerca del 6-8 % y las pequeñas suelen estar más cerca del 10 % o incluso algo más.

No aceptes nada por debajo de esos porcentajes y no firmes nada con cesión de explotación de derechos por muchos más años. No te lo creas si te dicen «es un contrato a 10 años porque tenemos un plan de marketing estudiado por ese periodo de tiempo» (caso real).

Teniendo esto en mente (y siento consciente de que no es lo único importante en un contrato), ten cuidado con lo que firmas.

Y hasta aquí la primera parte de esta guía de consideraciones a tener en cuenta que deberían hacerte dudar de esa editorial. En la próxima entrada te contaré cinco aspectos más a tener en mente para confiar en la editorial con la que quieres firmar un contrato.

Espero que te haya servido de ayuda y que hayas aprendido (al menos) un poquito más sobre prácticas editoriales.

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¡Muchas gracias por leerme y hasta la próxima!

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